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Wikipedia de las Erinias

En la onda de la publicación de mi fic The Hades Family, disponible aqui; encontre la siguiente informacion mucho muy interesante de las Erinias. Como no quiero que se me pierda esta info, aca la dejo para quien le interese... ^_^



EumƩnides, E. K. Buckley

Las Erinias son divinidades griegas de horrible aspecto cuya función principal es la de mantener el orden social castigando, preferentemente a homicidas, y a criminales en general. Posteriormente fueron asimiladas a las Furias romanas. Su origen es preolímpico, es decir, anterior a Zeus. En Hesíodo (Teogonía, 185) y en Apolodoro (Biblioteca, I, 1, 4) nacen de las gotas de sangre cuando Crono cercena los testículos de Urano; aunque Esquilo (Euménides, passim) y Virgilio (Eneida, VII, 478) las llaman hijas de la Noche, debido a su carÔcter infernal. Son por lo tanto divinidades que estÔn presentes en el mundo desde el mismo momento en que Cielo y Tierra se dividen, y forman parte de ese orden primitivo y de alguna manera imperfecto que después Esquilo pondrÔ en duda, sobre todo en el enfrentamiento entre los dioses antiguos y los dioses jóvenes y olímpicos, como observa bien José Alsina Clota. De todos modos, en Ovidio sí aparece el sometimiento de las Furias a Zeus, y casi se indica cómo estas divinidades terribles comienzan a extenderse por toda la Tierra por orden del propio.

Zeus cuando Licaón comete el primer crimen:
Una casa ha caĆ­do, y no es la Ćŗnica que merecerĆ­a perecer;
por donde se extiende la tierra, reina la fiera Erinis; se dirĆ­a
que hay una conjura para el crimen; que todos paguen
rƔpidamente el castigo que merecen: Ʃsa es mi sentencia.
Ovidio, Metamorfosis, I, 240-244

Aquí se perfila la función principal de las Erinias, como divinidades castigadoras. Heíodo no concreta sus nombres, pero Apolodoro ya indica que son tres: Tisífone, Alecto y Megera. Según Pierre Grimal estas divinidades serían anÔlogas a las Parcas o Destinos, pero esta observación se debe tomar con precaución. La relación que existe entre estas divinidades sería la del origen preolímpico y la de estar al margen de las leyes de los dioses jóvenes. Este enfrentamiento se muestra sobre todo en Esquilo, y en el juicio que hay por el asesinato de Clitemestra. Aunque esta relación no siempre estÔ tan clara, como se ve en Ovidio o en Virgilio.

Desde Homero las Erinias aparecen con una doble función, que en realidad son variantes de la misma: castigar al culpable y actuar como divinidades infernales torturando a las almas por una parte, y sembrar el odio por otra. Su morada reside en el TÔrtaro, lugar del infierno reservado a las almas malditas: allí muestra Virgilio a Tisífone en su función de demonio infernal, y hasta allí baja Juno requiriendo sus servicios ya sea en Virgilio o en Ovidio. De ahí que no quede del todo clara la independencia que existe entre las Erinias y las divinidades olímpicas, ya que en estos dos autores aparecen como seres al servicio de la diosa Juno. En el caso de Ovidio (Metamorfosis, IV, 416-542) esa función de vengar crímenes casi queda eclipsada por los meros caprichos de una Juno ofendida y furiosa. Aquí Tisífone actúa enloqueciendo a Ino no por un crimen, sino debido al odio que Juno le tenía; como ocurre también en la actuación de Alecto en Virgilio cuando enloquece a la reina Amata y a Turno con el furor de la guerra. Luego el enfrentamiento en estos casos parece no ser tal, sino mÔs bien un sometimiento de las Erinias a la voluntad de la diosa Juno, a pesar de que ésta requiere sus servicios siempre como favores:

«Oh virgen, hija de la Noche, acĆŗdeme:
¡un favor tuyo, un valeroso esfuerzo,
e impides que mi honra se quebrante!
No sufras que a Latino los EnƩadas
logren ganar con ofrecerle bodas,
si que finquen en tierras italianas.
tĆŗ puedes aun a hermanos siempre unidos
a las armas lanzar, puedes con odios
transformar las familias, tienes teas
y azote con que asaltas los hogares,
y artes y suertes mil para tus daƱos.
¡Un golpe al fĆ©rtil pecho! ¡desconcierta
la ya sentada paz, siembra denuncias
que fructifiquen guerra! ¡que a las armas
corra la juventud, y que las pida,
y, si no se las dan, las arrebate!»
Virgilio, Eneida, VII, 478-493

Pero en un principio la función de las Erinias es la de mantener el orden social castigando a los criminales, sobre todo a los que comenten el crimen contra su propia sangre. En Esquilo y en EurĆ­pides aparece como un orden primitivo y precario. Esto se refleja fundamentalmente en el mito de Orestes. La madre de Orestes, Clitemestra, traiciona a su marido Agamenón y lo asesina. Apolo indica a Orestes que debe vengar el asesinato de su padre matando a su madre, y asĆ­ lo lleva a cabo. Tras el asesinato de Clitemestra, las Erinias se ciernen sobre Orestes, torturĆ”ndole y clamando venganza por su crimen. Hay una clara oposición entre Apolo, como sĆ­mbolo de la Razón, y las Erinias, como divinidades vengadoras primitivas, entre el Sol y las hijas de la Noche. Orestes actĆŗa asesinando a su madre llevado por la Razón —era la pena que su traición exigĆ­a—, y al hacerlo las Erinias vengativas caen sobre Ć©l. HabrĆ­a que ver el juicio que se lleva a cabo en el templo de Atenea como el conflicto interior de Orestes, que se debate entre la Razón y la Locura. Finalmente Apolo, la Razón, obtiene la victoria, y Orestes consigue salvarse, purificĆ”ndose de su crimen.

La función de las Erinias como Locura es tal vez la mÔs significativa de todas, sobre todo en Esquilo:

Sobre la vĆ­ctima nuestra,
este canto, que es delirio
y un extravĆ­o mortal
de la mente, himno de Erinia
que las almas encadena,
un himno sin lira que
va marchitando los hombres [...]

[...] Para mƭ reservƩ
la total destrucción
de los hogares, cuando
algún Ares doméstico
asesina algĆŗn deudo.
Entonces nos lanzamos
en su persecución
y por fuerte que sea,
al fin lo aniquilamos
con el peso de la sangre derramada.

Esquilo, EumƩnides



Pero sin lugar a dudas, donde mejor se observa este conflicto interior entre la Razón y la Locura es en Eurípides:

Aquí yace tendido sobre el lecho y la sangre de su madre lo transporta vertiginosamente en ataques de locura. Pues no me atrevo a nombrar a las diosas Euménides que rivalizan en aterrorizarlo. Este es ya el sexto día desde que murió mi madre a golpes de espada y su cuerpo quedó purificado por el fuego. Durante estos días no ha admitido alimentos por su garganta, no ha bañado su piel. Oculto bajo los mantos llora, cuando la enfermedad alivia su opresión y recobra la razón, pero otras veces salta del lecho y echa a correr, como un potro que huye del yugo.

EurĆ­pides, Orestes



Finalmente Apolo triunfa y Orestes consigue recobrar la cordura. Podría considerarse a las Erinias como una especie de reflejo de los remordimientos del ser humano que ha cometido un crimen, y que se debate interiormente entre dos estados emocionales. Pero el orden que pretenden implantar las Erinias estÔ cargado de violencia y malditismo. En Esquilo son incapaces de plantearse el crimen de Clitemestra contra su esposo Agamenón, y tan sólo son conscientes de las culpas de Orestes. Este juicio en el templo de Atenea es tremendamente representativo en cuanto que el autor se niega a aceptar el orden impuesto por las divinidades: el destino final de Orestes es decidido por votación de hombres, y finalmente triunfan Apolo y la Razón.
TambiĆ©n llama la atención la descripción que hacen de las Erinias Virgilio y Ovidio. Como bien indica Grimal se las suele comparar con perras debido fundamentalmente a que rastrean a la presa que atormentan oliendo su sangre, como en el caso de Orestes. La función que tienen las serpientes en las Erinias servirĆ­a para introducir la noción de pecado, de culpa y de crimen cometido. Pueden actuar a travĆ©s de la picadura de serpientes o a travĆ©s de una antorcha encendida. La antorcha por otra parte relaciona la Locura que despiertan con el odio pasional, como se ve en Virgilio. En esta función de las Erinias como sĆ­mbolo de la Locura existe una relación con la Locura bĆ”quica: ¡EvohĆ© Baco! grita Amata cuando ha sido herida por el odio de Alecto (Virgilio, Eneida, VII, 565). En cualquier caso, esta Locura los lleva a comportarse de forma violenta. Pero habrĆ­a que observar las diferencias entre la Locura de un Orestes atormentado en Esquilo o en EurĆ­pides y la Locura bĆ”quica que asalta a Amata o a Turno en Virgilio. Cada uno de esos dos tipos de Locura responden a una función diferente por parte de las Erinias: la primera como orden primitivo que va en contra del hijo matricida y la segunda como capricho vengativo por parte de Juno.



Hay que observar por último la ambivalencia de estas divinidades. Si bien son seres horribles y vengativos, suelen tener la denominación de Euménides, que vendría a significar las benévolas. Según Grimal y Antonio Ramírez de Verger se trataría de un eufemismo halagador destinado a ganarse el favor de estas divinidades. Así es como aparece en Ovidio, por ejemplo, que usa indistintamente los términos de Erinias o de Euménides. Pero esta explicación parece demasiado superficial y poco satisfactoria en el caso de Esquilo. En Esquilo las Erinias no pasan a llamarse Euménides hasta que Orestes no ha conseguido purificar su crimen y hasta que no llega a imponerse Apolo y la Razón. Cuando esto ocurre, las Erinias sí se convierten en unas divinidades en cierto modo benévolas, pero sólo cuando la Razón se ha impuesto sobre la venganza y la Locura. Aunque se pueden utilizar indistintamente, como sinónimos, hay que observar la contradicción que existe en la utilización indistinta de los términos. Después de todo, las Erinias, en el caso de Orestes, acaban siendo vencidas y convertidas en Euménides.
Son, por lo tanto, divinidades antiguas y complejas que tienen múltiples funciones, pero fundamentalmente la de vengarse de aquellos que rompen el orden social, como símbolo de la Locura, que sólo se puede vencer a través de Apolo, la Razón.




BibliografĆ­a:

Luis SegalÔ y Estatella (traducción) y Francesc L. Cardona (prólogo y presentación), La Teogonía. Hesíodo, Barcelona, Edicomunicación, 1995.

Javier Arce (introducción de) y Margarita Rodríguez de Sepúlveda (traducción y notas de), Biblioteca. Apolodoro, Madrid, Editorial Gredos, 1985.

José Alsina Clota (edición de), Tragedias completas. Esquilo, Madrid, Ediciones CÔtedra, 1998.

Carlos García Gual y Luis Alberto de Cuenca (introducción, traducción y notas de), Tragedigas III. Eurípides, Madrid, Editorial Gredos, 1979.

José Carlos FernÔndez Corte (edición de) y Aureliano Espinosa Pólit (traducción de), Eneida. Virgilio, Madrid, Ediciones CÔtedra, 1989.

Antonio Ramírez de Verger (introducción, notas y traducción de) y Fernando Navarro Antolín (traducción de), Metamorfosis. Ovidio, Madrid, Alianza Editorial, 1999.

Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana, Barcelona, Editorial Paidós, 1984.



Erinias
De Wikipedia, la enciclopedia libre


En la mitologĆ­a griega, las Erinias (en griego antiguo ĪˆĻĪ¹Ī½ĻĪµĻ‚ ErinĆŗes, de ἐρίνειν erĆ­nein, ‘perseguir’) eran personificaciones femeninas de la venganza, que perseguĆ­an a los culpables de ciertos crĆ­menes. TambiĆ©n se les llamaba EumĆ©nides (en griego antiguo Ī•ĻĪ¼ĪµĪ½ĪÆĪ“ĪµĻ‚, ‘benĆ©volas’), antĆ­frasis usada para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre. SegĆŗn la tradición, este nombre se habrĆ­a utilizado por primera vez tras la absolución de Orestes por el Areópago (que se describe mĆ”s adelante), y luego se usó para aludir al lado bueno de las Erinias.

En Atenas se usaba tambiĆ©n eufemĆ­sticamente la perĆ­frasis σεμναί θεαί semnai theai, ‘venerables diosas’. TambiĆ©n se aludĆ­a a ellas como Ļ‡ĪøĻŒĪ½Ī¹Ī±Ī¹ θεαί chthóniai theaĆ­, ‘diosas ctónicas’, y se les aplicaba el epĆ­teto PraxĆ­diceas (ΠραξιΓικαι), ‘ejecutoras de las leyes’. Por Ćŗltimo, en la mitologĆ­a romana se les conoce como Furias (en latĆ­n FuriƦ o DirƦ, ‘terribles’).


Ascendencia

Según Hesíodo, las Erinias son hijas de la sangre derramada por Urano sobre Gea cuando su hijo Crono le castró, siendo pues divinidades ctónicas.

Su número suele permanecer indeterminado, aunque Virgilio, inspirÔndose probablemente en una fuente alejandrina, nombraba tres:

* Alecto (Ī†Ī»Ī·ĪŗĻ„ĻŽ, ‘implacable’), que castiga los delitos morales.
* Megera (Μεγαιρα, ‘seductora’), que castiga los delitos de infidelidad.
* TisĆ­fone (Ī¤Ī¹ĻƒĪ¹Ļ†ĪæĪ½Ī·, ‘vengadora del asesinato’), que castiga los delitos de sangre.

Epiménides las hacía hermanas de las Moiras, hijas de Crono y Eurínome; Esquilo, hijas de Nix, la Noche; y Sófocles, hijas de Gea y Skotos, las Tinieblas. En la tradición órfica, eran hijas de Hades y Perséfone (este compromiso con el mundo infernal aparece también en la Ilíada).



Papel

Las Erinias son fuerzas primitivas anteriores a los dioses olĆ­mpicos, por lo que no se someten a la autoridad de Zeus. Moraban en el Ɖrebo (o en el TĆ”rtaro segĆŗn la tradición), el inframundo, del que sólo volvĆ­an a la Tierra para castigar a los criminales vivos, sometiendo mientras a torturas sin fin a los eternamente condenados. A pesar de su ascendencia divina, los dioses del Olimpo muestran una profunda repulsión hacia estos seres que no toleran. Por su parte, los mortales las temen y huyen de ellas. Es esta marginación y la necesidad de reconocimiento que implica lo que, en la obra de Esquilo, llevarĆ” a las Erinias a aceptar el veredicto de Atenea, a pesar de su inagotable sed de venganza.

Cuando una maldición ritual en la IlĆ­ada invoca a «vosotros, que en lo profundo castigĆ”is a los muertos que fueron perjuros», «las Erinias son simplemente una encarnación del acto de automaldición que conlleva el juramento», segĆŗn Burkert.[2] Son las encargadas de castigar los crĆ­menes durante la vida de sus autores, y no mĆ”s tarde. No obstante, siendo su campo de acción ilimitado, si el autor del crimen muere, lo perseguirĆ”n hasta el inframundo. Justas pero sin piedad, ningĆŗn rezo ni sacrificio puede conmoverlas ni impedir que lleven a cabo su tarea. Rechazan las circunstancias atenuantes y castigan todas las ofensas contra la sociedad y la naturaleza como el perjurio, la violación de los ritos de hospitalidad y sobre todo los crĆ­menes o asesinatos contra la familia. En Ć©pocas antiguas se creĆ­a que los seres humanos no podĆ­an ni debĆ­an castigar tan horribles crĆ­menes, correspondiendo a las Erinias perseguir al desterrado asesino del fallecido en venganza, hostigĆ”ndole hasta hacerle enloquecer (de ahĆ­ su nombre latino, derivado de «furor»). La tortura sólo cesaba si el criminal encontraba a alguien que le purificase de sus crĆ­menes. NĆ©mesis representa un concepto similar, y su función se solapa con la de las Erinias, con la diferencia de que aquĆ©lla castigaba las faltas cometidas contra los dioses. La diosa NikĆ© tenĆ­a originalmente un papel parecido, como portadora de una victoria justa. Castigaban el hibris o exceso. ProhibĆ­an a los adivinos revelar fielmente el futuro para que este conocimiento no acercara al hombre a los dioses.



Se representa a estas hórridas deidades vengadoras como genios femeninos con serpientes enroscadas en sus cabezas entre el pelo, portando lÔtigos y antorchas, y con sangre manando en lugar de lÔgrimas en los ojos. También se decía que tenían grandes alas de murciélago o pÔjaro, o el cuerpo de un perro.

Solían ser comparadas con las Gorgonas, las Grayas y las Arpías debido a su espantosa y oscura apariencia y al poco contacto que mantenían con los dioses olímpicos. Atormentan a los que hacen el mal, persiguiéndolos incansablemente sobre la Tierra hasta volverlos locos. En un sentido mÔs amplio, la Erinias representan la rectitud de las cosas dentro del orden establecido, protectoras del cosmos frente al caos. En la Ilíada privan de la palabra a Janto, el caballo de Aquiles, por culpar a los dioses de la muerte de Patroclo y privan de descendencia a Fénix. El filósofo HerÔclito decía que si Helios decidía cambiar el curso del Sol a través del cielo, ellas le impedirían hacerlo.

Un mito cuenta que Tisífone se enamoró de Citerón, y terminó provocando su muerte por mordedura de serpiente, concretamente de una de su cabeza.



Tragedia de Esquilo


En las EumĆ©nides, tragedia de Esquilo, la tercera parte de la OrestĆ­ada, las Erinias persiguen a Orestes. Ɖste habĆ­a matado a su madre, Clitemnestra, en venganza por el asesinato de su padre, Agamenón. En su primera representación, esta tragedia provoca verdadero terror entre los espectadores. Las Erinias componen el coro. Las representaciones que nos han llegado las muestran sosteniendo lĆ”tigos y antorchas, y a veces tambiĆ©n rodeadas de serpientes.

Lo único que interesa a la Erinias es el acto cometido por Orestes, sin juzgarlo ni considerar circunstancias atenuantes. El propio Apolo debe oponerse a su venganza implacable, concediéndole protección a Orestes, a quien había incitado a vengarse del asesino de su padre, que resultó ser Clitemnestra. Las Erinias, nos cuenta Esquilo, persiguen a Orestes hasta Delfos, el mÔs importante santuario de Apolo. No le liberan hasta que los dioses les convencen para que acepte el veredicto del tribunal de Atenas, el Areópago.



AllĆ­, Atenea interviene como patrona de la ciudad y equilibra el sufragio. Orestes es absuelto, pero debe traer de la TĆ”uride una estatua consagrada a Artemisa. Las Erinias son acogidas entonces en Atenas bajo la forma mĆ”s clemente de EumĆ©nides (‘benĆ©volas’) o Semnai Theai (‘venerables diosas’).

A pesar de ello las Erinias persiguen a Alcmeón, que había matado a su madre. Como Orestes, Apolo le había incitado a vengar a su padre. Alcmeón es perseguido por las Erinias a través de Grecia, hasta que halla refugio en una tierra que no existía aún en el momento del asesinato de su padre, escapando así al poder de su perseguidoras.



Culto


Se les sacrificaban ovejas negras y libaciones de νηφάλια nĆŖphalia, mezcla de miel y agua.

Hay en Arcadia un lugar que posee dos santuarios consagrados a las Erinias. En uno de ellos llevan el nombre de Μανίαι (Maniai, ‘las que vuelven loco’). Fue en este lugar donde, vestidas de negro, sitiaron a Orestes por primera vez. No lejos de allĆ­, cuenta Pausanias, se encuentra otro santuario donde su culto se asocia al de las CĆ”rites (‘diosas del perdón’). En este lugar, vestidas de blanco, purificaron a Orestes y Ć©ste tras su curación ofreció un sacrificio expiatorio a las Maniai.



Las Erinias en la cultura contemporƔnea

* En La divina comedia de Dante, se muestra a las Erinias a las puertas de la ciudad de Dite, que es el punto de entrada al sexto cĆ­rculo inferior del Infierno.
* TambiĆ©n aparecen en la tragedia de Leconte de Lisle, Las Erinias (Les Ɖrinnyes, 1872), con mĆŗsica de acompaƱamiento compuesta por Massenet.
* En la Electra de Jean Giraudoux son representadas por tres jóvenes muchachas cínicas y malévolas que crecen muy rÔpidamente (llegando a adultas en pocos días), llamadas las Tres Euménides. Cantan canciones infantiles satíricas sobre los personajes de la obra y persiguen a Orestes hasta hacerle perder la razón.
* La obra de Jean-Paul Sartre, Las moscas (Les Mouches, 1943), usa una reelaboración de la Orestíada (con las moscas del título siendo las Furias) en una perspectiva moderna contra la religión [1].



ERINIAS


Las Erinias son divinidades nacidas de la tierra regada por la sangre de Urano cuando éste fue mutilado por Crono. Son divinidades que se ocupan, sobre todo, de vengar los crímenes, especialmente los que atentan contra la familia. Se las representa con figura de mujeres negras y aladas, con serpientes enroscadas en sus cabezas. Su vivienda habitual estÔ en los Infiernos, de donde salen por conjuro del ofendido ó por la maldición del propio ofensor.

Su nombre mÔs común es el de Euménides, las "Bondadosas", aunque también se las llama Semnai, las "Venerables". En Roma se las conoce como las Furias. En ocasiones se les atribuye como compañera a Pena.



Intervienen con sus ayudantes las Harpías en varias leyendas de criminales conocidos. Inspiran la venganza a la madre de Meleagro por haber matado éste a sus tíos; causan desgracias a Agamenón que sacrificó a Ifigenia; alientan a Clitemestra para que mate a su marido; persiguen a Orestes después del asesinato de su madre, etc. Generalmente enloquecen al perseguido, que ha de huir continuamente de ellas, Posteriormente se ha considerado a estas divinidades como ejecutoras de los castigos de los Infiernos. Se las representaba llevando en la mano antorchas y lÔtigos que hacían enloquecer a los flagelados.

En principio, eran sobre todo productoras del orden del mundo, castigando todo tipo de exceso, como los causados por los mƩdicos que salvan de la muerte, por los adivinos que cuentan secretos divinos a los hombres, y por los asesinos, ya que el asesinato es una mancha de tipo religioso que pone en peligro la estabilidad del grupo social en cuyo seno se ha cometido.



Derecho y Simbolismo De Erinias y Euménides. Por Alexis López Tapia Director Revista Acción Chilena

Implacables, sin piedad ni humanidad, puras e inocentes como el filo de la espada del verdugo, ciega y certeramente justas, las Erinias –diosas primordiales de la Venganza nacidas de la mismĆ­sima Gaia fecundada por la sangre y semen del castrado Urano, la Tierra y el Cielo- Alecto, TisĆ­fona y Megera, constituyen parte del entramado vital de las mĆ”s profundas concepciones de Justicia de Occidente.Alecto es “la siempre encolerizada”, TisĆ­fona “la vengadora del crimen”, y Megera de “los celos”. De hecho, Erinias significa "las airadas", furias vengadoras de la sangre familiar.

El Culto de la Diosa Serpiente continuó durante la Edad del Bronce, particularmente en Creta. Estos ejemplos no tienen brazos, o como en los mĆ”s viejos, tienen extremidades de serpientes. LĆ­neas triples decoran su falda. (1) Minóico Medio I (Santuario de la Colina de Petsofas; 2.100 – 1.800 a.C.); (2) Minóico TardĆ­o III (Knossos).Durante la Edad del Bonce, la corona en la Diosa Serpiente es mucho mĆ”s elaborada. El frente es convencional, pero la parte de atrĆ”s revela una masa de serpientes retorciĆ©ndose. Minóico Medio I (Kophina; c. 2.000 a.C.)Su origen se retrotrae con plena certeza, a la propia Diosa Madre en su aspecto de Serpiente, una de las representaciones de su función como Tutora de la Vida y Dadora de Muerte.
Durante el Neolítico, desde hace unos siete mil años, se la adoró en altares caseros, representÔndola con una corona de serpientes a modo de cabello, símbolo de su condición de sapiencia y omnisciencia. Era la tutora de la energía de la vida y de su continuidad.
De esta vieja deidad primordial, surgirĆ”n tanto las Erinias –cuyo cabello estĆ” formado por serpientes y de cuyos ojos mana sangre-, al igual que las conocidas Gorgonas: Esteno, Euriale y Medusa, esta Ćŗltima tambiĆ©n coronada de serpientes y con colmillos de jabalĆ­, de mirada tan espantosa que transformaban en piedra a quien osara mirarla. SerĆ” a la Medusa -la Ćŗnica mortal de las tres-, a quien Poseidón dejarĆ” encinta sobre un templo de Atenea, y en venganza por esta afrenta, la gran Diosa la transformarĆ” en ese ser horripilante. Perseo, armado de un escudo brillante como un espejo, pondrĆ” fin a sus dĆ­as cortĆ”ndole la cabeza. De su sangre saldrĆ”n entonces sus hijos nonatos, Pegaso, el caballo alado, y Crisaor, el hombre de la espada de oro.



En estas imĆ”genes primordiales se encierra el ancestral significado de la Justicia para Occidente: el peor crimen, el mĆ”s perseguido y nunca olvidado, serĆ” aquel cometido contra la propia familia, contra la propia sangre. SerĆ” este el crimen de Urano –el profundo cielo-, quien encerrarĆ” a sus hijos en profundas cavernas de la propia Tierra apenas nacen, celoso de que lo puedan apartar de ella. SerĆ” el crimen de Cronos –el tiempo que nada respeta-, quien alentado por su propia madre mutilarĆ” a su padre con una filosa hoz de hierro fabricada por ella en sus entraƱas, y por ello, serĆ” de su sangre y su semen –herencia y semilla- que nacerĆ”n las Erinias al caer y fecundar a la Tierra. Las viejas y poderosas Diosas nacen asĆ­, literalmente, al inicio del reinado del Tiempo.

Por ello, su Venganza y Justicia serĆ”n implacables, sin “humanidad” alguna -ya que los humanos aĆŗn no existĆ­an-, sin contemplaciones, absolutas. La Justicia tiene por esto un carĆ”cter Divino. Es anterior al hombre, y permanecerĆ” aĆŗn cuando este ya haya desaparecido. Este orden, esta norma, permanecerĆ” casi inalterable por miles de aƱos. Sin embargo, el triunfo del panteón de los nuevos Dioses, con Zeus a la cabeza, implicarĆ” tambiĆ©n una nueva función de las viejas Diosas de la Venganza y la Justicia.



La llamada "MÔscara de Agamenón", descubierta por Heinrich Schliemann en el Palacio de MicenasSerÔn ellas las que estén detrÔs de la muerte del Rey Agamenon, de la casa de los Atridas -quien había sacrificado a su hija Ifigenia para que la flota griega tuviera viento para partir a Troya-, asesinado por su esposa Clitemnestra en venganza por la muerte de su hija virgen. Ella reinarÔ entonces en Micenas, acompañada de su amante Egisto. Otro de sus hijos, Orestes, quien ha sido exiliado durante toda su niñez a Esparta, volverÔ a Micenas para vengar la muerte de su padre. Allí, junto a la tumba de Agamenon -al que incluso se han negado los ritos fúnebres-, se encuentra con Electra, su otra hermana, quien vive como una esclava en el palacio de su propia Madre.

Orestes antes de viajar a Micenas ha ido al Santuario de Apolo, en Delfos. AllĆ­, el luminoso Dios le habĆ­a urgido a perseguir a los asesinos de su padre con el mismo celo con que estos lo habĆ­an asesinado. Los vivos tienen obligaciones respecto de los muertos: deben honrarlos, recordarlos y –si es necesario- vengarlos. Pero tambiĆ©n lo muertos tienen obligaciones para con los vivos de su propia sangre: deben ser su genio tutelar, protectores del hogar y la familia. Los dos hermanos, cogidos de las manos, imploran a las viejas Diosas de la Vida y de la muerte, las Moiras o Parcas, que se cumplan las antiquĆ­simas sentencias: “Quien tal hizo que tal pague”… “El que a hierro mata, a hierro muere”.



Los dos suplicantes se acogen a la sepultura del padre e invocan la ayuda de Zeus y de las potestades subterrÔneas. La intensidad de su oración sólo es comparable al designio terrible que deben cumplir: estÔn pidiendo pasión suficiente para matar a su propia Madre.
- “La sangre derramada sobre la tierra reclama nueva sangre. El crimen convoca al crimen. Acude, Erinia, y acumula mal sobre mal en venganza de las primeras vĆ­ctimas… tremendas maldiciones de los muertos, ved lo que resta de los Atridas”.
-“¡Ah, madre insolente y cruel! Has osado -¡oh, crueles funerales!- sepultar en silencio a un rey, sin duelo en su ciudad; a un esposo, sin lĆ”grimas piadosas…!” AsĆ­ canta Electra.



En el palacio, Orestes da rƔpida muerte al innoble Egisto. Clitemnestra llora, pero no por el regreso vengador de su esposo, sino por su amante muerto.
-“Viviendo lo preferiste a mi Padre. Duerme, pues, en la muerte junto al Ć©l”.- El hijo la arrastra junto al cuerpo inmóvil.
-“Yo te criĆ©… dĆ©jame envejecer a tu lado… En todo esto, el Destino tambiĆ©n tuvo su parte…”-Clitemnestra Suplica por a Orestes por su vida, pero Orestes no cede y ella le advierte roncamente. -“¡Ten cuidado!... ¡GuĆ”rdate de las perras que vengarĆ”n a una Madre!”
- “¿Y las que vengan a un padre, cómo huir de ellas si desisto?” -seƱala Orestes en mĆ”xima angustia. En verdad, no tiene salida. Y levantando la espada, en un solo golpe corta la vida de su madre. -“El terror de tus sueƱos fue adivino certero, madre. Mataste a tu esposo: muere ahora, bajo el acero de tu hijo”-, dice en un susurro inaudible.

Allí precisamente estÔn las espantosas Erinias, las Furias que no perdonan el crimen contra la propia sangre, mÔs antiguas y poderosas que los propios dioses olímpicos, se asoman en el destino de Orestes que inicia su largo peregrinar de vuelta al santuario de Apolo.Y las suplicantes entonan el último canto:
-“¡He aquĆ­ la tercera tempestad cuya rĆ”faga brutal vino a abatirse repentinamente sobre el palacio de nuestros reyes! …Y ahora, nuevamente, por tercera vez, acaba de sobrevenirnos. ¿Acaso sabemos: serĆ” ruina o salvación? ¿CuĆ”ndo se acabarĆ”, cuĆ”ndo se saciarĆ” o aplacarĆ” siquiera, el encono de la Discordia?”




Lo que se desarrollarÔ entonces, ya no es un conflicto entre simples mortales, sino un enfrentamiento entre Dioses diferentes: aquellos que representan la Justicia del Orden Primordial, personificada por las Erinias, y el nuevo concepto de Justicia, encarnado en Apolo y Atenea, en nombre de los dioses olímpicos. Allí, en el Ombligo del Mundo, en Delfos, sobre la roca sagrada yace la figura destruida de Orestes. Cargado con su mancha imborrable, de rodillas, suplicante, las manos y la espada aún rojas con la sangre de su Madre, sostiene una rama de olivo coronada con largas hebras de vellón. No lejos, las tres Erinias duermen agotadas por la cacería. Junto a él, Apolo, el profeta, se alza rutilante como protector de los suplicantes.
-“No te traicionarĆ©, Orestes. Helas ahĆ­, vencidas por el sueƱo, las vĆ­rgenes malditas, ancianas hijas de un antiguo pasado, a quienes ni dioses ni hombres ni bestias osan acercarse… Ellas te perseguirĆ”n por la faz de todo el mundo, te seguirĆ”n por campo abierto y mĆ”s allĆ” de mar, las ciudades y las islas. Pero no te canses de apacentar asĆ­ tu pena antes de haber llegado a la ciudad de Palas Atenea. AllĆ­ cae de rodillas y estrecha su antigua imagen, y entonces, con jueces y con palabras de paz sabrĆ© encontrar yo el medio de librarte para siempre de tus penas. ¿Acaso no fui yo quien te decidió a atravesar el pecho de tu madre?... Y tĆŗ, Hermes, hermano mĆ­o… sĆ© el guĆ­a que conduzca a este suplicante”.




Desde el fondo del templo aparece la sombra oscura y fantasmal de Clitemnestra, despierta a las Furias y las increpa con duras palabras al percatarse de que Orestes se aleja guiado por Hermes:
-“¡Despertad, diosas infernales¡! Desde el fondo de vuestros sueƱos, Clitemnestra os llama!... Dejad que vuestros corazones soporten toda suerte de reproches, aguijones del sabio. Luego, sobre este hombre soplad vuestro aliento ensangrentado, abrasadlo con el soplo ardiente de vuestro seno. ¡Seguidlo, agotadlo con nueva persecución!”

Al escuchar las duras palabras de la reina, las Erinias vuelven a despertar con renovada Furia, gritando mientras agitan sus negras vestiduras. SĆŗbitamente aparece Apolo, con el arco listo para disparar:
- “¡Afuera, os ordeno! ¡Salid de mi hogar!... No os es lĆ­cito acercaros a esta morada. Vuestro hogar estĆ” en los recintos donde la justicia abate las cabezas, arranca los ojos y corta las gargantas… donde se mutila o se lapida sin piedad… ¡Esas son las fiestas que hacen vuestras delicias!”



- “No hacemos sino cumplir nuestro destino… TĆŗ, Apolo, eres enteramente culpable del crimen de Orestes. Nosotras perseguimos a los parricidas… al que derrama la propia sangre”.Pero ellas se enfrentan con Apolo. Apolo les responde como un rayo.
-“¿Y la mujer que mata a su esposo, a ella no? En bien poco tenĆ©is a una alianza que honran Zeus y Hera mismos… el lecho nupcial, donde el Destino une al hombre y la mujer, estĆ” bajo el amparo de un derecho mĆ”s poderoso que un juramento… Yo declaro inicua vuestra persecución de Orestes, porque al lado de crĆ­menes que tomĆ”is tan a pecho hay otros cuya venganza os importa mucho menos. Palas Atenea sentenciarĆ” los derechos de las dos partes”.




Durante dos meses persiguen las Furias a Orestes en su camino a Atenas. Allí, en la Acrópolis, postrado frente al Altar de Palas Atenea, el príncipe asesino, el suplica arrodillado:
- “Soberana Atenea –implora Orestes-, por orden de Apolo estoy aquĆ­. ¡Acoge al maldito con benevolencia! Ya no soy un suplicante de manos impuras… Dócil a los mandatos profĆ©ticos del hijo de Zeus me acerco a tu santuario y, abrazado a tu imagen, espero la sentencia de tu Justicia”.- Las Erinias reaccionan.
-“¡Caiga sobre ti nuestro canto de delirio, de vĆ©rtigo, donde se pierde la razón! He aquĆ­ nuestro himno que encadena a las almas, canto sin lira que seca a los mortales de espanto… NingĆŗn inmortal toma parte en nuestros banquetes, y los blancos velos de fiesta nos estĆ”n vedados… Nuestra suerte permanece inmutable… Tenaces, nuestra memoria es fiel para los crĆ­menes y nuestro corazón es insensible a los llantos humanos. Yodo eso nos ha sido entregado a las Temibles para que continuemos nuestra tarea humilde y despreciada que nos aleja para siempre del Cielo y nos hace habitar las mazmorras tenebrosas de la noche…”




-“¿QuiĆ©n sois? Me dirijo a este extranjero postrado ante mi estatua, y tambiĆ©n a vosotras, que no os asemejĆ”is a ninguna creatura, ni hombre ni dios”.- Atenea, llegada desde las riberas del Escamandro, en la misma Troya, exclama
-“¡Hija de Zeus! Ya sabrĆ”s todo sobre nosotras. Somos las tristes hijas de la Noche, y en las mansiones infernales se nos llama las Imprecaciones. JamĆ”s hemos conocido el reino de la alegrĆ­a… estamos aquĆ­ porque este hombre ha degollado a su madre”.-La Diosa quiere conocer las razones, pero a las Furias eso no les interesa. ¿Cómo podrĆ” Atenea juzgar aquel acto tremendo sin escuchar a las dos partes?
-“Dime, extranjero ¿quĆ© respondes a esto? Dame a conocer quien eres”.-
-“Soberana Atenea –suplica Orestes- no soy un ser impuro. He cumplido ya todos los ritos prescritos por las leyes. De nacimiento soy Argivo y bien conoces a mi padre, Agamenon, que armó la flota de los griegos y te ayudó a ti misma a reducir la ciudad de los Troyanos. Este rey ha perecido de indigna muerte al regresar a su hogar. Mi madre, con oscuros designios lo mató, y yo matĆ© a mi madre para que un asesinato pagara el asesinato de un padre amado… El orĆ”culo de Apolo, aguijón de mi alma, ha sido responsable. ¿Hice mal? ¿Tuve razón? A ti te toca decirlo. Estoy en tu poder… lo que Ć©l haga de mi, lo acepto”.



-“No me estĆ” permitido pronunciarme sobre crĆ­menes dictados por poderosa venganza… y has llegado como suplicante, sin daƱo alguno para mi ciudad… Pero ellas, por su parte, tienen derechos que no puedo tomar con ligereza… MĆ”s tarde podrĆ­an desencadenar sobre este paĆ­s todo su despecho con intolerable y triste azote. Pero ya que a este punto hemos llegado, voy a elegir a doce jueces versados en juicios de sangre, los obligarĆ© con un solemne juramento y el tribunal que asĆ­ establecerĆ© lo serĆ” para toda la eternidad… Su corazón no olvidarĆ” la equidad”-Atenea seƱala.Sin embargo, las Erinias no quedan tranquilas.
-“Este dĆ­a verĆ” el nacimiento de leyes nuevas y los mortales se tomarĆ”n licencias inauditas desde ahora… Conviene aprender la sabidurĆ­a en la escuela del dolor. Pues de lo contrario ¿quiĆ©n, hombre o ciudad, guardarĆ” el respeto a la Justicia, si no hay nada bajo el cielo cuyo temor habite en su alma?"




El Areópago

El Areópago era el alto lugar de Atenas en que se desarrollaban los juicios de Sangre. Allí, los doce jueces juramentados ante Atenea, ciudadanos de Atenas, escucharÔn a las partes y dictarÔn su veredicto.

-“¡QuĆ© la punzante trompeta haga sonar hasta el cielo su voz aguda a oĆ­dos del pueblo! Cuando este consejo se reĆŗne conviene hacer silencio y dejar que la ciudad entera escuche las leyes que yo establezca aquĆ­ para siempre y desde hoy, a fin de que estos hombres pronuncien una sentencia justa”-La Diosa habla.

Apolo aparece súbitamente, declarÔndose al mismo tiempo testigo y defensor de la inocencia de Orestes.Se abre el interrogatorio, comenzando las Erinias a presentar sus cargos. Ellas defienden el Derecho ancestral: el crimen contra la propia sangre [sin importar los motivos] debe pagarse con la vida.
-“Sobre mi trono fatĆ­dico, en Delfos, jamĆ”s he pronunciado orĆ”culo alguno respecto de hombre, mujer o ciudad, que no fuera una orden de Zeus, padre de los olĆ­mpicos. La justificación de Orestes tiene valor ¡os conmino a sopesarla! NingĆŗn juramento prevalece sobre Zeus”-Apolo sostiene.



Al argumento de la sangre materna derramada que reclama venganza, opone Apolo el mejor derecho de la sangre del padre. Tal es la voluntad del mismo Zeus, y apela finalmente a la sabidurƭa y la justicia de Atenea. Ya no hay mƔs que decir. Duras e importantes han sido las razones que se han presentado por los dos lados. Entonces Atenea se dirige a los jueces.
-“Invito a estos jueces a llevar a la urna, siguiendo cada cual su propia conciencia, un sufragio equitativo”. Y Apolo agrega: “HabĆ©is oĆ­do lo que habĆ©is oĆ­do. Al dar vuestro voto guardad bien en vuestros corazones el respeto del juramento, atenienses”- Entonces, la Diosa declara las bases sabias, eternas e inmutables de aquel acto solemne- “¡Escuchad ahora lo que aquĆ­ establezco, ciudadanos de Atenas, llamados los primeros en conocer sobre un juicio de sangre! Hasta el porvenir el pueblo de Egeo conservarĆ”, siempre renovado, este Consejo de Jueces… Sobre este monte de Ares os digo que, a pesar del Respeto y del Temor, dĆ­a y noche juntamente, ellos retendrĆ”n a los ciudadanos lejos del crimen, a menos que estos mismos no subviertan sus leyes: el que perturba una fuente clara con impuras aguas y fango no hallarĆ” donde beber. Ni la anarquĆ­a, ni el despotismo, esta es la regla que a mi ciudad le aconsejo observar con respeto. Que todo temor… no sea arrojado fuera de sus muros, porque si no hay nada a lo cual temer ¿quĆ© mortal harĆ” lo que se debe?... Incorruptible, venerable, inflexible, tal es el Consejo que yo instituyo para guardar siempre a la ciudad dormida. He aquĆ­ los consejos que he querido expresamente dar a mis ciudadanos para el porvenir. Ahora, debĆ©is levantaros, dar vuestro voto y zanjar este litigio respetando vuestro juramento. He dicho”.




Sabiendo lo que estƔ en juego, las Erinias cruzan amargas palabras con Apolo, que no ahorra invectivas para expresar su desprecio ante la bƔrbara justicia primordial que ellas representan. Entonces Atenea dice:
-“A mi me pertenece el derecho de pronunciarme la Ćŗltima. UnirĆ© mi voto a aquellos que estĆ©n a favor de Orestes… JamĆ”s tendrĆ­a yo cuidado particular por la muerte de una mujer que hubiera matado al esposo, guardiĆ”n del hogar. Para que resulte vencedor, bastarĆ” pues, con que el nĆŗmero de votos se divida aunque sea por igual”.-

En la posteridad, serƔn los reyes quienes ejerzan este derecho, rompiendo asƭ los potenciales empates. Los jueces han terminado y el Arconte se acerca a Atenea para entregarle el recuento de los votos.
-“Este hombre estĆ” absuelto, declara Atenea: el nĆŗmero de los votos de las dos partes es igual”.-
-"¡Oh, Palas, tĆŗ que acabas de salvar a mi hogar, yo habĆ­a perdido hasta la tierra de mis padres y tĆŗ me la has devuelto!"-Orestes se arroja a sus pies.




En este instante ha concluido la terrible herencia de sangre de los Ɓtridas. Con el corazón liviano, renacido, emprende Orestes el viaje a su amada Micenas, y Apolo regresa a Delfos. Sin embargo, las Erinias han quedado desoladas. ¿QuĆ© otra cosa pueden experimentar ahora la humilladas hijas de la noche? ¿DeberĆ”n hundirse para siempre en el oscuro TĆ”rtaro, perdidas en la memoria de los mortales y de los dioses, envueltas para siempre en el nebuloso Olvido, escarnecidas por los hombres de los nuevos tiempos? No. AĆŗn les queda el poder de la venganza, y castigarĆ”n con el a toda Atenas por la afrenta que han sufrido. Atenea lo sabe, y en ese silencio que crece como presagio de terribles calamidades, se acerca respetuosa a las vĆ­rgenes horribles, y su voz resuena clara, luminosa y vibrante con la verdad de sus palabras.
-“Escuchadme… no habĆ©is sido vencidas vosotras… Testimonios sorprendentes, emanados del propio Zeus se han hecho presentes en este juicio… AquĆ­ se ha hecho honor a la verdad, no deshonra a vosotras… Yo os ofrezco sin reservas el refugio, el asilo que os conviene en este paĆ­s, y sobre tronos de ungidos altares os sentarĆ©is rodeadas del respeto de los ciudadanos… En este vasto paĆ­s, desde hoy, todas las primicias, las ofrendas de nacimiento y de matrimonio, por igual, os estarĆ”n reservadas, y no cesarĆ©is de alabar mis consejos”-



Pero las Erinias no son fĆ”ciles de convencer. Desde su atroz nacimiento, al principio del Tiempo, nunca han escuchado otras palabras que ira, odio y desolación. Su imperio es el dolor, la oscuridad y la venganza. ¿Cómo renunciar a todo ello por los frutos de la paz y la concordia?
-“¡Tierra y Cielo! ¡Ah, quĆ© sufrimiento, quĆ© dolor entra en nuestros corazones! ¡EscĆŗchanos, Noche, madre nuestra, nuestros antiguos honores han sido hechos polvo por dioses de impĆ­as astucias!”
-“Escuchad mi orĆ”culo: la ola creciente de los dĆ­as harĆ” aumentar la gloria de mi ciudad y vosotras, asentadas para siempre bajo el suelo glorioso, al lado de la morada de Erecteo, verĆ©is cortejos de hombres y mujeres ofreceros lo que ningĆŗn otro pueblo puede dar… Pero vosotras no aticĆ©is en ellos la sed de venganza que lanza a hermano contra hermano… Si sabĆ©is respetar a la santa Persuasión que da a mis palabras su mĆ”gica dulzura, permanecerĆ©is aquĆ­”-Atenea nuevamente intenta convencerlas.
-“¿Y en tal caso, quĆ© honores recibiremos?" -preguntan las desconfiadas diosas.
-“Sin vosotras ningĆŗn hogar podrĆ” prosperar… Yo no protegerĆ© sino al que os honre. Os lo prometo y, ¿quiĆ©n me obliga a prometer lo que no puedo cumplir?”-Atenea responde solemnemente.



Nunca desde el principio del Tiempo las ancianas diosas habían escuchado palabras dirigidas a ellas con benevolencia. Sólo gritos, imprecaciones, gemidos y llantos de absoluto espanto habían sido hasta entonces las súplicas que les estaban reservadas.
Sus corazones, primero sorprendidos y desconfiados, han terminado por ceder a la dulzura y sabidurĆ­a de Atenea, y entonces acceden a pronunciar el triple voto de prosperidad para Atenas:
-“¡QuĆ© la rica fecundidad del suelo y de los rebaƱos, jamĆ”s deje de hacer próspera a la ciudad, y que aquĆ­ la semilla humana sea protegida para siempre!”-
-“¡Guardianes de la ciudad! –exclama Atenea- ¿HabĆ©is escuchado lo que estas diosas se disponen a hacer por vosotros? ¡Grande es el poderĆ­o de las augustas Erinias… y para los hombres son ellas las que claramente y con plenitud otorgan a algunos bellas canciones, y a otros, una vida empapada en lĆ”grimas!... ¡Si vuestro amor responde a su amor con homenajes resplandecientes y eternos, entonces mostrarĆ©is al mundo, todos juntos, que llevĆ”is este paĆ­s, a vuestro pueblo, por los caminos de la Recta Justicia!”-



El Erecteion data como el resto de la acrópolis de Atenas del S V a.d.c., es una representación jónica de la casa de Erecteo segĆŗn Homero. Erecteo es un antiguo heroe, fundador de Atenas, a veces tambiĆ©n se le identifica con Poseidón. El ercteion se encuentra orientado hacia el noroeste, acrópolis abajo, hacia el camino sagrado de Elesius. Toda la ciudad de Atenas, los magistrados, los ciudadanos, los niƱos y las mujeres, las sacerdotisas del templo de Atenea, y el pueblo se reĆŗnen entonces con antorchas, y en solemne procesión descienden a la caverna de Erecteo, que es la Ćŗltima morada de uno de los primeros reyes de la ciudad, al pie de la Acrópolis, donde de allĆ­ en adelante tendrĆ”n su morada “aquellas diosas Ć”vidas de homenajes”, desde ahora, benefactoras de la casa de Atenea. Y es la misma diosa quien conduce el piadoso cortejo. AsĆ­ descienden cantando:
-“¡Se ha hecho la paz entre las Erinias y el pueblo de Atenas!”.

Se ha logrado el acuerdo entre el designio inamovible de las parcas y la voluntad de Zeus que todo lo ve. Atenea ha asegurado para siempre la reconciliación entre el orden viejo y el orden nuevo… mientras se cumplan las promesas y el tribunal de justicia honre la equidad. Y lentamente desaparece en la noche el cortejo de las antorchas al ritmo sereno de la canción bendita de las “EumĆ©nides”, las ahora “Benevolentes” bienhechoras de Atenas y el porvenir.



El derecho de la familia estaba representado por las Erinias, pero la ciudad, representada por Atenea, tenía algo que decir: por un lado, se liberó a la familia misma del desangramiento continuo que imponía la obligación de la venganza, al quitarle la obligación de castigar, y por otra parte, le da leyes para que la ciudad juzgue de manera ecuÔnime y, sobre todo, libre de pasión personal. Por ello, el crimen contra la Ciudad, contra la Nación, es también un crimen contra la Familia. Por eso las Erinias se quedaron en los mismos cimientos de la Ciudad. Ellas permanecerÔn allí para siempre, adoradas en las sombras, bienhechoras, benevolentes, y perpetuamente vigilantes de los actos de los hombres y el respeto al juramento de los dioses. Y así serÔ para siempre, mientras no se olvide que -con derechos anteriores y superiores a la nueva Justicia, en sus mismos cimientos y por siempre presente-, hay una Justicia eterna que nació... aún antes de que reinaran los dioses.



En la propia MitologĆ­a griega, los doce dioses del Olimpo se reĆŗnen y se olvidan de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Para vengarse, Eris arroja la manzana de oro para “la mĆ”s bella”. La discordia sobre cuĆ”l de las diosas era la mĆ”s bella, provocó la guerra de Troya, que como vimos, serĆ” el origen del Mito de la transformación de las Erinias en EumĆ©nides.



Las Erinias


1.- LAS ERINIAS

Las Erinias, llamadas tambiĆ©n las Eumerides, es decir, las “bondadosas”. Nombre este destinado a adularlas y por consiguiente a soslayar su terrible cólera. Son unas divinidades violentas que los romanos identificaron con las “Furias”.

Nacidas de las gotas de sangre con las que se impregnó la tierra cuando mutilaron a Urano. Pertenecen, por tanto, a las divinidades mas antiguas del panteón helénico. Son fuerzas primitivas que no reconocen la autoridad se los dioses de la generación joven. Son anÔlogas a las Parcas o Destinos, que no tienen mas ley que ellas mismas, y a las cuales el propio Zeus se ve forzado a obedecer. En un principio su numero era indeterminado , pero mas tarde se irÔ precisando, asi como sus nombres; generalmente son tres:
- Alecto
- TesĆ­fone
- Megera



Se representan como genios alados, con serpientes entremezcladas en su cabellera y llevando en la mano antorchas o lĆ”tigos. Cuando se apoderan de una victima lo enloquecen y torturan. A menudo son comparadas con “perras” que persiguen a los humanos. Su mansión es la tiniebla de los infiernos: el Erebo.

A partir de los poemas homéricos, su misión esencial es la venganza del crimen. De modo especial castigan las faltas contra la familia. Un ejemplo claro es el de Altea, son las Erinias las que le dictan su crimen contra Meleagro. Como venganza ya que Meleagro dio muerte a sus tíos.



También son las causantes de las desgracias de la familia de Agamenón a consecuencia del sacrificio de Ifigenia; las que impulsan a Clitemnestra a matar a su esposo, castigÔndola luego por mano de su hijo, y finalmente las que persiguen a éste como asesino de su madre. Un papel semejante es el que desempeña en la maldición que pesa sobre Edipo.

Son las protectoras del orden social, castigan todos los delitos susceptibles de turbarlo, así como el exceso, la Hybris, que tiende a hacer olvidar al hombre s condición de mortal. Prohíben a los adivinos y profetas revelar con excesiva precisión el futuro, es decir, liberar a los humanos de su incertidumbre y asemejarlos en demasía a los dioses. A través de ellas encuentra su expresión la concepción fundamental el espíritu helénico en un orden del mundo que debe protegerse contra las fuerzas anÔrquicas. Naturalmente una de sus funciones esenciales es castigar al homicida, no solo al asesino y criminal sino al homicida en general, ya que el asesinato es una mancha de tipo religioso que pone en peligro la estabilidad del grupo social en cuyo seno se ha cometido. Generalmente el asesino es desterrado de su patria y vaga errante de ciudad en ciudad hasta que encuentra a alguien dispuesto a purificarlo de su delito. A menudo es enloquecido por las Erinias (Orestes- Esquilo).



Poco a poco, a medida que se afirma la creencia en un mas allÔ, las Erinias van convirtiéndose en las divinidades de los castigos infernales. Esta función aparece ya en Homero aunque tímidamente, pero sobre todo se manifiesta en la Eneida de Virgilio. Este las presenta atormentando a las almas de los difuntos con sus lÔtigos y aterrorizÔndolos con sus serpientes en el fondo del tÔrtaro. Es posible que estas sombrías concepciones hayan sufrido la influencia de la religión etrusca, que se complacía en sitiar en el mundo infernal seres monstruosos que torturaban a los muertos.

Una de las leyendas mÔs famosas sobre las Erinias se refiere a su implacable persecución del príncipe tebano Orestes por el asesinato de su madre, la reina Clitemnestra. Orestes había recibido el encargo del dios Apolo de vengar la muerte de su padre, el rey Agamenón, a quien había matado Clitemnestra. Las Erinias, sin embargo, ajenas a sus motivos, lo persiguieron y atormentaron. Orestes apeló finalmente a la diosa Atenea, quien persuadió a las diosas vengadoras para que aceptaran la explicación de Orestes, que de esta manera quedó liberado de su falta. Cambiaron su aspecto cuando aprendieron a mostrarse misericordiosas. De Furias, de espantosa apariencia, se convirtieron en Euménides se convirtieron en las defensoras de los suplicantes.'Erinias'



2.- EL PAPEL DE LAS ERINIAS EN LA LITERATURA CLƁSICA.

Muchos son los autores que se han referido al mito de las Erinias en sus obras. Gracias a estas alusiones podemos entender un poco mejor el papel que estas desempeñan y la evolución de las mismas. En estas obras podemos apreciar el cambio de las temibles Erinias, identificadas con las furias a su metamorfosis en protectoras del suplicante, es en este momento cuando se las renombra con el nombre de las Euménides.

Entraremos ahora en el anƔlisis de los fragmentos encontrados en dichas obras estudiando el tratamiento que distintos autores en distintas Ʃpocas.




2.1-HESIODO.

Hesíodo nació en Ascra, Beocia (hoy Palaioppanagia). Los especialistas modernos lo sitúan en el periodo homérico de la literatura griega. Su primera obra, Los trabajos y los días, es el primer ejemplo de poesía didÔctica. Esta obra relata las experiencias de Hesíodo durante su época de campesino, y estÔ salpicada de episodios alegóricos y fÔbulas. El tema principal de la obra es la decadencia moral. Hesíodo relata la historia del mundo en cinco etapas, desde la edad de oro hasta la edad del hierro, que él considera dominada por el mal.

También se atribuye a Hesíodo la autoría de la Teogonía, o nacimiento de los dioses, un poema en el que el amplio y amorfo corpus de los mitos griegos queda sistematizado y ampliado hasta incluir nuevas divinidades desconocidas en los poemas homéricos. La Teogonía narra la creación del mundo a partir del caos, el nacimiento de los dioses y sus hazañas. La última parte contiene una lista de las hijas de Zeus, padre de los dioses, así como de mujeres mortales. Esta lista es la introducción a un poema perdido, CatÔlogo de las mujeres, que narra las hazañas de los héroes nacidos de mujeres mortales.



1.- Mito de la castración de Urano

“No en vano escaparon aquellos de su manos, pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un aƱo, dio a luz a las poderosas Erinias, a los altos gigantes de resplandecientes armas que sostienen en su mano largas lanzas y a las ninfas que llaman Melias sobre la tierra ilimitada.”



2.- Hijos de Cronos y Rea.

“ ... Cuando ya estaba a punto de da a luz a Zeus, padre de Dioses y hombres, suplico a sus padres (Urano y Gea) que le ayudaran a urdir un plan para tener ocultamente el parto de su hijo y vengar a las Erinias de su padre ( y los hijos que se trago el poderoso Cronos de mente retorcida).”

En este fragmento Hesiodo nos cuenta el nacimiento de las Erinias de las gotas que caen en la tierra tras la castración de Urano. En este fragmento no nos habla sobre el carÔcter o la función que van a desempeñar, solo nos relata su nacimiento.



“ Guardate de los cinco, pues son duros y terribles. En el quinto dicen que las Erinias atendieron al juramento en su nacimiento, al que pario Eris como azote a los perjuicios”

En esta obra Hesiodo ya nos muestra el carÔcter funesto de las Erinias y las equipara con Eris, que según él cuenta en la Teogonia, es la diosa ocura nacida del caos, a su vez engendra dos elementos: Eter y Día, y una serie de abstracciones. Es hermana de Erebo, que personifica las tinieblas subterrÔneas. Por tanto, patente queda en este fragmento lo funestas que son estas divinidades.

Habla aquĆ­ tambien de un tema que tambien tratara Virgilio ( Georgias I- 277) este quinto dĆ­a asocia se asocia al “juramento” y entre pitagóricos era sĆ­mbolo de justicia.



2.2.- EURIPIDES.

Eurípides (c. 480-406 a.C.), dramaturgo griego, el tercero junto con Esquilo y Sófocles de los tres grandes poetas trÔgicos de Ática. Su obra, enormemente popular en su época, ejerció una influencia notable en el teatro romano. Posteriormente su influencia se advierte en el teatro del renacimiento como en los dramaturgos franceses Pierre Corneille y Jean Baptiste Racine.

Según la tradición, Eurípides nació en Salamina, un 23 de septiembre probablemente del año 480 a.C., el día de la gran batalla naval entre los griegos y los persas. Si bien Eurípides no se identificó personalmente con una determinada escuela filosófica, recibió la influencia de los sofistas y de filósofos como ProtÔgoras, AnaxÔgoras y Sócrates. A diferencia de Esquilo y Sófocles, Eurípides representaba los nuevos movimientos morales, sociales y políticos surgidos en Atenas hacia finales del siglo V a.C. Fue éste un periodo fructífero en el plano intelectual, durante el cual el conocimiento era considerado como el mayor de los logros terrenales Eurípides introdujo una nueva conciencia en la tragedia. Se interesó ante todo por el pensamiento y las experiencias del ser humano ordinario, mÔs que por las figuras legendarias del pasado heroico.



Si bien bebió en las fuentes de la mitología antigua, Eurípides trataba a sus personajes de un modo realista: ya no eran símbolos idealizados y ajenos a la vida normal. Era capaz de demostrar la corrupción y la debilidad humana con amargura y hondo realismo, y al mismo tiempo de reflejar en sus obras un profundo respeto por el heroísmo humano, la dignidad y la pasión. Eurípides asignó un lugar destacado en su obra a los personajes femeninos y el protagonista de sus dramas era con frecuencia una heroína del crimen o la virtud.

La estructura de las obras de Eurípides se ha tachado a menudo de imperfecta por el uso del coro como un elemento independiente de la acción, y por el hecho de que sus obras se basan con frecuencia en brillantes episodios inconexos, que no constituyen una unidad coherente para el desarrollo gradual de la trama. Sin embargo, en obras como Medea (431 a.C.), la trama se desarrolla sin obstÔculos hasta alcanzar su clímax devastador. Eurípides extrajo sus tramas de las mismas fuentes que los demÔs dramaturgos griegos. Los mitos y leyendas griegos llamaron poderosamente su atención, en particular las aventuras de héroes atenienses como Teseo.



-MEDEA : (ct 1260-1389)
“ Oh tierra y sol brillante rayo,
mirad, ved a la mujer funesta,
antes de que ponga su mano de muerte,
una mano asesina de su propicia carne, sobre sus hijos.
De tu Ɣurea estirpe germinaron.
Oh sol y miedo da es ver como la sangre
De un dios se vierte por obre de los hombres.
Oh luz, de zeus nacida, detenla, contenla,
Expulsa de la casa la miserable y sanguinaria
Erinia que alzaron demonios vengadores.”

“ Jasón- Que las erinias de tus hijos y la justicia vengadora de los crĆ­menes de sangre te hagan perecer”



- LAS TROYANAS.(415 a.C)

“Donde esta el barco del jefe? A donde debo ir a emparcar? Acecha el viento que ha de hendir tus velas, pues conmigo te llevas una de las tres Erinias. Adiós , madre mĆ­a. No llores.

En los primeros fragmentos el coro explica como los delitos de sangre cometidos anteriormente por Medea, especialmente la muerte de su hermano, han levantado contra ella a los espĆ­ritus de la venganza del muerto que la han transformado en una erinia sedienta de sangre.



Por otra parte, en las Troyanas se ve esa necesidad de cumplir la pena que estas llevan a cabo cuando se trata de un crimen cometido. Lo novedoso aquĆ­ es la conciencia de los personajes ya que ellos asumen que debe ser asĆ­. No hay nadie que se oponga a la justicia divina que en este caso tan cruelmente llevan a cabo las Erinias.

En Euripides vemos una visión de las Erinias muy cruda, tal y como nos aparecen en el mito clÔsico, como vimos anteriormente en él, gusta de los mitos clÔsicos y este es un ejemplo de ello. Nos las presenta como los demonios vengadores de la injusticia cometida y no pararan hasta cumplir su cometido. Refleja la importancia que tienen en cuanto a llevar a cabo la justicia cuando se refiere a crímenes de sangre y atentados contra la familia.

Tambien debo destacar que la visión que tiene Euripides del mito de las Erinias ya no es como en Hesiodo, en las obras de Euripides es un mito ya asentado, no nos aclara quien son sino que lo da por supuesto, no es el caso de Hesiodo que nos habla de su nacimiento.



2.3.- VIRGILIO.


Virgilio (70-19 a.C.), poeta romano, autor de la Eneida, obra maestra de la literatura latina. La influencia de Virgilio en escritores europeos de épocas posteriores fue enorme. Virgilio estudió en profundidad las literaturas griega y romana, ademÔs de retórica y filosofía, en Cremona, Mediolanum (hoy MilÔn), Roma y NÔpoles. Gracias a la protección del político romano Cayo Mecenas, Virgilio se vio libre de preocupaciones económicas y pudo entregarse plenamente al estudio y a la literatura. En su lecho de muerte, Virgilio ordenó a Augusto que destruyera la Eneida; sin embargo, el poema fue revisado y publicado por Vario Rufo y Plotio Tuca.

La Eneida, una epopeya mitológica en doce libros que relata las peripecias del héroe Eneas durante siete años, desde la caída de Troya hasta su victoria militar en Italia. Eneas huye de Troya con su anciano padre, Anquises, sobre sus hombros y su hijo Ascanio de la mano. Consigue reunir una flota y zarpa con los supervivientes troyanos rumbo a Tracia, Creta, Epiro y Sicilia, antes de ser abordado en las costas de África. Allí, Dido, reina de Cartago, se enamora de Eneas y se suicida tras su partida.



Tras atracar en la desembocadura del rĆ­o TĆ­ber, en Italia, Eneas da muerte a Turno, rey de los rĆŗtulos, en una lucha por conseguir la mano de Lavinia, princesa del Lacio.

El estilo de la Eneida y su tratamiento estÔn inspirados en las antiguas epopeyas griegas, la Iliada y la Odisea de Homero.La Eneida estÔ considerada generalmente como la primera gran epopeya literaria, puesto que la Iliada posee una gran riqueza artística pero contiene un gran número de recursos ya usados en la poesía oral anterior. Fue una obra muy apreciada en su época. Durante la edad media se encontró en ella un sentido filosófico, y Virgilio fue considerado casi un vidente. Dante realiza un homenaje a Virgilio en la primera parte de la Divina Comedia, convirtiéndole en guía del poeta a través del Infierno y del Purgatorio, hasta llegar a las puertas del Paraiso. Pero fue la devoción de Petrarca por el estilo virgiliano, lo que convirtió a Virgilio en una referencia constante en el humanismo en el renacimiento.



LA ENEIDA.

“ Arrebatado por las palabras del hijo de Etreo y por la voluntad de los Dioses, me lanzo al incendio y a la pelea, a donde me llaman la tristes EumĆ©nides, el crujido de las armas y los clamores que levantan hasta el cielo”

En Virgilio se ve claramente ya la evolución sufrida por las Erinias, aquí ya se nos presentan como Euménides, por lo que ya han sufrido esa transformación, ya no son la temibles y horrorosas divinidades que atormentan al criminal, sino que son las protectoras de los suplicantes. Virgilio las trata con una cierta delicadeza que en los autores anteriores no existía.



3.-ESQUILO Y LAS EUMENIDES.
Esquilo (525-456 a.C.), dramaturgo griego nacido en Eleusis, cerca de Atenas, fue el primero de los grandes trÔgicos de esta ciudad. En cuanto predecesor de Sófocles y de Eurípides, es el fundador de la tragedia griega.

Combatió contra los persas en Maratón, el 490 a.C., en Salamina, el 480 a.C. Hizo al menos dos viajes a Sicilia, y allí murió, durante su última visita.

Se ha dicho que Esquilo escribió unas noventa obras. Sus tragedias, representadas por primera vez el 500 a.C., se ofrecían como trilogías, o grupos de tres, unidas habitualmente por un asunto común, y cada trilogía venía seguida por un drama satírico. Se conocen los títulos de 79 de sus obras teatrales, pero sólo han sobrevivido siete.



Los siete contra Tebas, presentada el 467 a.C., se basa en una leyenda tebana: el conflicto entre los dos hijos de Edipo, Eteocles, y Polinices, por el trono de Tebas. Se cree que es la tercera obra de una trilogĆ­a, y que las dos primeras son Layo y Edipo. Prometeo encadenado, una obra de fecha incierta, retrata el castigo del rebelde Prometeo por parte de Zeus. Probablemente sea la primera obra de una trilogĆ­a prometeica, cuyas otras dos serĆ­an Prometeo desencadenado y Prometeo el que trae el anillo.

Las tres obras restantes, Agamenón, Las Coeforas y Las Euménides (Las furias), presentadas el 458 a.C., forman la trilogía conocida como la Orestiada, o historia de Orestes. En Agamenón, una de las mÔs grandes obras de la literatura dramÔtica, el rey Agamenón regresa al hogar desde Troya y es asesinado a traición por su infiel esposa Clitemnestra. En la segunda obra, Orestes, hijo de Agamenón, regresa a Argos y venga la muerte de su padre asesinando a su madre y a su amante Egisto. Este matricidio es castigado por las vengadoras divinidades, las erinias. En las Euménides, las erinias persiguen a Orestes hasta que éste queda limpio de su sangre culpable y le declara inocente el antiguo tribunal del Areópago gracias a la intercesión de Atenea, diosa de la sabiduría.



Al introducir un segundo actor en la obra, Esquilo creó el diÔlogo dramÔtico. También desarrolló la representación del drama, al introducir el vestuario y los decorados. Los argumentos de sus obras son profundos, referidos al mito, la religión y la pasión, y encuentran expresión en un lenguaje muy poético. La Orestiada, probablemente su obra mÔs madura, proporciona una intensa visión de sus conceptos de justicia y piedad y de su creencia en una voluntad divina con ayuda de la cual la humanidad puede alcanzar la sabiduría a través del sufrimiento.

En su obra Las Euménides, el dramaturgo ateniense Esquilo representó la implacable persecución de Orestes por las Erinias después de haber matado a su madre, Clitemnestra, para vengar la muerte de su padre, el rey Agamenón, a quien Clitemnestra había asesinado. Las Erinias acosaron a Orestes durante todo el camino a Atenas. Allí Orestes acudió a la diosa Atenea, que estaba a cargo de su juicio en el Areópago y emitió el voto decisivo en favor de su absolución. Después de este juicio, las Erinias aceptaron un nuevo papel como guardianas de la justicia y llegaron a ser conocidas como Euménides. Podemos decir que ademÔs de la persecución de la Erinias a Orestes y su transformación de furias a Euménides, otro tema capital de la obra es la contraposición entre los dioses antiguos ( simbolizados por las furias) y los dioses nuevos u Olímpicos, que representan la organización estatal, en contraposición a los antiguos que tienen una organización tribal.



Un ejemplo de esto:
Corifeo: -"¡Ay, ay! Hijo de Zeus, que ladrón eres. TĆŗ, un joven dios, a nĆŗmenes pisoteas amparo a un suplicante impĆ­o... TĆŗ, me hurtaste un matricida. ¿QuiĆ©n podrĆ” sostener que esto es justicia? ¡Estos jóvenes dioses! Es asĆ­ como actĆŗan, forzando la justicia."-

Veamos la gradación que ofrece Esquilo en cuanto al paso sufrido por la Erinias hasta adoptar su condición de EumĆ©nides, es decir, “las bondadosas”, protectora del suplicante.
“Apolo: Ahora rendidas puedes ver a estas furias por el sueƱo,a estas abominables criaturas, viejo brote de un antiguo pasado,con quien no tratan ni dioses, ni hombres ni fieras. Nacieron para el mal pues que habitan la horrorosa tiniebla, en la entraƱa de la tierra, el encono de mortales y los dioses del Olimpo.



... Tras tus huellas correrĆ”n por todo el continente doquiera que tu planta vagabunda pise...”

Vemos aquĆ­ como Esquilo nos habla del horror que estas tres arcaicas divinidades suscitan tanto en dioses como en hombres. Nos las presenta como seres despreciables, no sujetas a leyes ni a jerarquĆ­as, temibles y nada piadosas.

“Espectro de Clitemnestra: ...¿Para que necesito y gente amodorrada? Y, entretanto, de vuestra protección desatinada no cesa de sonar en mis oĆ­dos entre las almas,”he matado”, y ando entre a sombra envuelta . Porque os hago saber que allĆ­ me acusan de un horrendo pecado,... Mira esta herida con los ojos de tu alma: que dormida,... ¡ cuantas veces lamisteis mis ofrendas, libaciones sin vino, que es un sobrio apaciguamiento! ¡ cuantos sagrados manjares yo de noche os ofrecĆ­a ante el altar del fuego, en unas horas con ningĆŗn otro numen compartidas! ... y Ć©l entre tanto se ha escapado, ha emprendido la huida como un ciervo... oĆ­dme ya, que os hablo de mi vida. Vuestra mente despejad o diosas subterrĆ”neas!



Aquí Esquilo nos muestra la actitud de Clitemnestra, que se enfurece ante la actitud de las Erinias, ya que ante el sueño de estas, Orestes escapa. El espectro de Clitemnestra les recuerda a las Erinias su pecado y su muerte y las empuja a la persecución de Orestes ya que este es un matricida y las Erinias deben perseguirle y hacerle pagar su pena ya que ese delito no puede quedar impune y es eso lo que clama Clitemnestra.

Vemos después un enfrentamiento verbal entre Apolo (del panteón olímpico) y las Furias ( de los dioses antiguos), en el cual Apolo quiere hacer entender a las Erinias que no es un matricidio, que es lo que el OrÔculo ordeno, ya que el orÔculo declaro que era lo que Orestes debía hacer, que tan culpable es Orestes como su madre, Clitemnestra.



Corifeo: “ Tu voz oracular al extranjero ordeno que a su madre matara.”
Apolo: “ Mi orĆ”culo pidió vengar a un padre.”
Corifeo: “ y luego prometiste protegerlo”
...
Apolo: “No merecen pisar este templo”
Corifeo: “ Esta es la misión que tengo encomendada.”
Apolo: “ ¿y que misión? Dime tu cometido.
Corifeo:” Expulsar del hogar al matricida”
Apolo: “ Y, ¿si una esposa mata a un marido?
Corifeo: “Esta sangre vertida no es la suya”



Por tanto, vemos en este enfrentamiento entre Apolo y las Erinias que importancia tiene el atentar contra la familia y sobre todo el parricidio o matricidio, ya que manchas tu honro porque viertes tu misma sangre. Mas adelante vemos que en el juicio que se le hace a Orestes, cuando declara Apolo que fue él el que indujo a Orestes a matar a su madre vemos de nuevo la postura de las Erinias ante el matricidio, ya que según ellas los esposos no comparten la sangre, pero hijo y madre si, es por eso por lo que no persiguieron a Clitemnestra en vida, porque su pecado no había sido tan horrible como el de Orestes, que si debía ser vengado. Estas no dan crédito a que Zeus de mas importancia a la muerte de un padre ( en este caso Agamenón)

Apolo: “ Si, porque no es lo mismo que el que muera sea un noble investido con el cetro de Zeus, y a mĆ”s, a manos de una esposa...”
Corifeo: “ Zeus, segĆŗn tĆŗ, da mayor importancia a la muerte de un padre. Y, sin embargo, al suyo, al viejo Cronos, de cadenas un dĆ­a lo cargo, y ¿ahora tu afirmas que no hay contradicción en tus palabras?



Realmente los argumentos de Apolo, son machistas. De hecho, en la obra se enfrenta una concepción matriarcal con una concepción patriarcal. Apolo representa la visión patriarcal, las furias el matriarcado y la organización tribal.

Las Erinias hablan y ellas mismas explican su horrible función, no atienden a nada y se da un enfrentamiento con Atenea, ya que esta intercede defendiendo a Orestes ya que este es acosado por las erinias.

“Nos consideramos rectas justicieras. Contra el hombre de manos limpias no se precipita nuestra cólera... pero cuando uno ha pecado como ha hecho este individuo que quiere ocultar sus manos ensangrentadas nos erguimos ante el en testigo de los muertos, y cual sangre exactoras a su vista aparecemos, hasta la gota postrera”
“ Hija de Zeus... de la noche tristes hijas somos. Nuestro nombre en la morada nuestra, bajo tierra, es el de Maldición”



Vemos el papel tan oscuro que tienen las Erinias, ellas mismas ponen en relieve su cometido, son las que velan por la justicia pero de forma cruel y extremista ya que su cometido es enloquecer en este caso al matricida y chuparle la sangre hasta que muera. Es importante esta obra porque en el enfrentamiento verbal que tienen con la diosa Palas Atenea, si ve que lo que Esquilo esta haciendo magnĆ­ficamente es equiparar a los dioses antiguos con los dioses olĆ­mpicos. Matiza el papel oscuro y perseguidor de las Erinias, porque es un mito arcaico y lo acerca al mundo de los dioses olĆ­mpicos. En el dialogo entre estas y Palas Atenea, Esquilo nos habla de un nuevo orden polĆ­tico, instaurado por mano de la diosa Atenea.

Atenea: “Pero puesto que aquĆ­ se ha presentado el caso, de esta sangre escogerĆ© jueces atados por gran juramento y luego en el augusto tribunal lo tornare, que dure para siempre.”
Corifeo: “ hoy habra subversión, hoy nuevas leyes si triunfa el derecho asesino de este matricida.” ...” que nadie ya, por la desgracia herido pida ayuda invocando la justicia y la erinia.”



Se instaura así un nuevo orden legislativo, el areópago, y serÔ Atenea quien imparta la justicia, ya no es un papel asignado a las Erinias, ya no son ellas las que deben velar y juzgar al impío sino que serÔ Atenea la que mediante juicios justos. Este es el caso del suplicante Orestes que llega a manos de Atenea huyendo de la furia de las Erinas y al cual por primera vez se le harÔ un juicio justo, acorde con la época ya que son los dioses olímpicos los que ahora imparten la justicia, desbancando un poco a los antiguos que ya no tienen razón de ser. Tras la absolución de Orestes en un juicio justo viene la transformación de las erinias ya que con este nuevo orden político, su función queda obsoleta, veamos como se da este paso de temidas furias a diosas protectoras de los suplicantes.

Cuando Orestes es absuelto por el tribunal del areópago, las erinias se sienten ultrajadas y menospreciadas, a lo que Palas Atenea siempre justa les asegura que de honores no carecen y que es necesario que desechen el odio que tienen, que honren a dioses y mortales.



Atenea:” creedme y no reaccionĆ©is con llanto tan agudo, que no habĆ©is sido vencidas:... Yo os prometo en esta tierra un asiento legitimo, do sentadas en un trono esplendoroso junto al altar, los honores recibirĆ©is de esta tierra.”
Corifeo: “¡ Ay, ay! Jóvenes dioses, la antigua honor, aquĆ­, postradas!”
[...]
Corifeo: Atenea, ¿quĆ© sede me prometeis?institución, habĆ©is hollado, me habĆ©is arrancado de las manos.
... Ay que triste destino han conocido las hijas de la Noche que gimen sin
Atenea: SerƔ sin daƱo. AcƩptala sin mas.
Corifeo: La acepte ya. ¿quĆ© dignidad me espera?
Atenea: Que sin tu bendición no hay feliz casa.
Corifeo: ¿HarĆ”s tan grande mi poder, Atenea?
Atenea: si el Ʃxito darƩ el que te venere.



Hay un pacto como dijimos entre Atenea y las Erinias, estas aceptan las condiciones de Atenea. Estos las hace ser mas piadosas ya que toman un sitio al lado de atenea y esta es su protectora tambiƩn, por lo que dejan de ser las oscuras y horribles diosas de las tinieblas y pasan a ser las diosas que estƩn al lado de Atenea protegiendo a los suplicantes.

La Orestea tiene un significado universal, se refiere a temas universales. Es accesible a todo hombre que haya reflexionado sobre los avatares de lo humano. Se trata el tema de la justicia y el poder, del castigo de la injusticia y los enfrentamientos por el poder.

Un elemento clave en el teatro esquileo es la sustitución, en la escena final, de la persuasión en lugar de la violencia. En ocasiones los dioses son severos e implacables y los mortales se encuentran prisioneros, pese a que puedan elegir como afrontar su propio destino, lo vemos en el caso de Orestes claramente.

Una de las originalidades de esta obra y en general de Esquilo, es el conflicto de fuerzas que tienen defensores divinos, la justicia o venganza implacable es la que pretenden las erinias, que ceden al final a la persuasión de Atenea, y la proyección de esto en el Ômbito socio-político de la época.

Al final de la obra vemos q las erinias son vencidas y se convierten en EumƩnides, deidades benƩvolas, aunque se subraya el respeto que hay que se les debe, la necesidad de un miedo que aleje a los ciudadanos de la impiedad. Finalmente las EumƩnides reconciliadas con Atenea y prometen toda clase de felicidades a la ciudad.

Ni anarquƭa ni tiranƭa, ese es el lema de las EumƩnides.



4.- LA REPERCUSIƓN DEL MITO EN FILOSOFIA.

El estudio de la historia de la familia comienza en 1861, con el "Derecho materno" de Bachofen. El autor formula allĆ­ las siguientes tesis:
# primitivamente los seres humanos vivieron en promiscuidad sexual, a la que Bachofen da, impropiamente, el nombre de eterismo;
# tales relaciones excluyen toda posibilidad de establecer con certeza la paternidad, por lo que la filiación sólo podía contarse por línea femenina, según el derecho materno; esto se dio entre todos los pueblos antiguos;
# a consecuencia de este hecho, las mujeres, como madres, como únicos progenitores conocidos de la joven generación, gozaban de un gran aprecio y respeto, que llegaba, según Bachofen, hasta el dominio femenino absoluto (ginecocracia);
# el paso a la monogamia, en la que la mujer pertenece a un solo hombre, encerraba la transgresión de una antiquísima ley religiosa ,transgresión que debía ser castigada o cuya tolerancia se resarcía con la posesión de la mujer por otros durante determinado período.



Bachofen halló las pruebas de estas tesis en numerosas citas de la literatura clĆ”sica antigua, reunidas por Ć©l con singular celo. El paso del "heterismo" a la monogamia y del derecho materno al paterno se produce a consecuencia del desarrollo de las concepciones religiosas, a consecuencia de la introducción de nuevas divinidades, que representan ideas nuevas, en el grupo de los dioses tradicionales, encarnación de las viejas ideas; poco a poco los viejos dioses van siendo relegados a segundo plano por los primeros. AsĆ­, pues, segĆŗn Bachofen no fue el desarrollo de las condiciones reales de existencia de los hombres, sino el reflejo religioso de esas condiciones en el cerebro de ellos, lo que determinó los cambios históricos en la situación social recĆ­proca del hombre y de la mujer. En correspondencia con esta idea, Bachofen interpreta la "Orestiada" de Esquilo como un cuadro dramĆ”tico de la lucha entre el derecho materno agonizante y el derecho paterno, que nació y logró la victoria sobre el primero en la Ć©poca de las epopeyas. Llevada de su pasión por su amante Egisto, Clitemnestra mata a Agamenón, su marido, al regresar Ć©ste de la guerra de Troya; pero Orestes, hijo de ella y de Agamenón, venga al padre quitando la vida a su madre. ello hace que se vea perseguido por las Erinias, seres demonĆ­acos que protegen el derecho materno, segĆŗn el cual el matricidio es el mĆ”s grave e imperdonable de los crĆ­menes. Pero Apolo, que por mediación de su orĆ”culo ha incitado a Orestes a matar a su madre, y Atenea, que interviene como juez (ambas divinidades representan aquĆ­ el nuevo derecho paterno), defienden a Orestes. Atenea escucha a ambas partes. Todo el litigio estĆ” resumido en la discusión que sostienen Orestes y las Erinias. Orestes dice que Clitemnestra ha cometido un crimen doble por haber matado a su marido y padre de su hijo. ¿Por quĆ© las Erinias le persiguen a Ć©l, cuando ella es mucho mĆ”s culpable? La respuesta es sorprendente:"No estaba unida por los vĆ­nculos de la sangre al hombre a quien ha matado".

El asesinato de una persona con la que no se estÔ ligado por lazos de sangre, incluso si es el marido de la asesina, puede expiarse y no concierne en lo mÔs mínimo a las Erinias. La misión que a ellas corresponde es perseguir el homicidio entre consanguíneos, y el peor de estos crímenes, el único imperdonable, según el derecho materno, es el matricidio. Pero aquí interviene Apolo, el defensor de Orestes. Atenea somete el caso al areópago, el tribunal jurado de Atenas; hay el mismo número de votos en pro de la absolución y en pro de la condena; entonces Atenea, en calidad de presidente del Tribunal, vota en favor de Orestes y lo absuelve. El derecho paterno obtiene la victoria sobre el materno, los "dioses de la nueva generación", según se expresan las propias Erinias, vencen a éstas, que, al fin y a la postre, se resignan a ocupar un puesto diferente al que han venido ocupando y se ponen al servicio del nuevo orden de cosas.

Esta nueva y muy acertada interpretación de la "Orestiada" es uno de los mÔs bellos y mejores pasajes del libro de Bachofen, pero al mismo tiempo es la prueba de que Bachofen cree, como en su tiempo Esquilo, en las Erinias, en Apolo y en Atenea, es decir, cree que estas divinidades realizaron en la época heroica griega el milagro de echar abajo el derecho materno y de sustituirlo por el paterno. Es evidente que tal concepción, que estima la religión como la palanca decisiva de la historia mundial, se reduce, en fin de cuentas, al mÔs puro misticismo.

Para finalizar con el tema de las Erinias, un cuento, si, un cuento de un autor contemporƔneo que refleja el sentimiento de un hombre, que podrƭa ser muchos siglos antes el mismo Orestes, o cualquier hƩroe clƔsico acechado por la maldad de las Erinias. Es un cuento breve que relata magistralmente el sentimiento de un hambre atormentado, triste,... Roman Buscarini plasma el mito con una sencillez y una claridad extraordinaria. Podrƭa ser, porque no un Esquilo de nuestros dias.



Las Erinias

En una noche como esta la vi, en una noche como esta la perdĆ­, Ć©sta noche como tantas otras mi alma parece haber perdido el brillo para camuflarse en la oscuridad. Ya sea por cobarde o por vencido me siento en un rincón de mi habitación a esperar que todo pase, pero el tiempo parece no correr y la oscuridad a punto de devorar mi alma me abraza y me oculta de la realidad. Esa realidad que vive del otro lado de mi puerta, tan cruel que el solo hecho de cruzar la puerta y caminar por el pasillo hacia el ascensor me amarga y me sumerge en la mentira -¿ no les contĆ© que mi vida es una mentira?- no, creo que no, pero es asĆ­.

Dƭa tras dƭa oculto mis frustraciones, a mi familia, a las personas que considero amigos y en mi trabajo, si, en mi trabajo tambiƩn, todo, todo es una mentira. Si alguien le preguntase a Jorge quiƩn soy yo, Ʃl se llenarƭa la boca hablando del empleado modelo que soy, como me esfuerzo, como resalto entre todos los mediocres vendedores y como voy a ser jefe de ventas en muy poco tiempo, y si el que pregunta es de confianza le dirƭa inclinando la cabeza y en voz baja :-Aparte tiene locas a todas las minas de la oficina!-Si supiera el quiƩn soy yo!, aunque todo es cierto, no es parte de mƭ, sino de un disfraz casi tan perfecto que nadie lo nota, y digo casi porque ellos si se dan cuenta y no me lo perdonan, noche tras noche me recuerdan que ellos lo saben y no los puedo engaƱar, lo intento, pero no puedo.


Cuando la besƩ por primera vez y vi en sus ojos la ternura con que me miraba, sentƭ el triunfo, los vi caer, se los juro, estaban muertos.

La vida se me volvió a llenar de vida, tanto que sentí la felicidad por primera vez y lloré, como un chico lloré, los ojos se me llenaron de lagrimas y reía , no se de que pero reía, hacía tanto que no escuchaba mi risa, no la del trabajo, sino mi verdadera risa, esa que creía que haber perdido cuando era chico y de golpe estaba ahí, en mi boca, y subía por mi garganta con tanta libertad, mÔs reía y mÔs lloraba y mi corazón.... fue fantÔstico.


Yo me enamoré de ella apenas la besé y ella creo que se enamoró de mi necesidad de amar, y fuí realmente feliz, tanto que hablaba de ella con todos y en todo lugar. Cualquier charla, laboral o esas que sirven para matar el tiempo yo las dirigía hacia ella, y no me importaba aburrir a las personas con sus gestos, sus frases o sus miradas, porque no me interesaba hablar de otro tema que no sea ella.

Cuando todavƭa no vivƭamos juntos, y la noche me encontraba solo en mi departamento, trataba de escucharlos en el silencio de las habitaciones, ni una sola vez los escuchƩ, ya no me llamaban ni me atormentaban con sus burlas, se habƭan ido y con el tiempo hasta lleguƩ a olvidarlos.

Mi vida habia cambiado, disfrutaba del dĆ­a, de la luz, las tardes eran mavillosas, y las noches a su lado se volvĆ­an apasionadas y llenas de amor. Con mi familia, con mis amigos y en mi trabajo era el mismo, pero distinto, ya no veĆ­an el disfraz, sino a mi alma.

Me aferré a su ser y no quise soltarla jamÔs, le propuse que vivamos juntos y dudó en aceptar, pero yo no le permití la duda y presione, y presioné, hasta lograr despertar con ella cada mañana.


Todo fuƩ como un sueƱo, llegaba del trabajo y ella estaba ahƭ, esperƔndome, con un beso, un abrazo y en el mejor de los casos me regalaba una sonrisa que me iluminaba los ojos.

Las discusiones eran aisladas y por temas que ni me acuerdo, pero por cada discusión existía un reencuentro que valía por mil discusiones mÔs. Perdón si no puedo seguir escribiendo ahora, recordar las alegrias pasadas me traen demasiadas tristesas y ellos estÔn tocando la puerta......


......Creo volver a estar solo.

Cierto día, no se bien cuÔndo, los volví a escuchar. Estaba en mi cama acostado esperado que volviese de un curso que había empezado hace poco y el susurro entró por mi oído desgarrÔndome, les pedí que me dejaran, que se fueran y a cada súplica el susurro se volvía grito: Sos un muerto, estÔs solo y ella no es tuya.

No podía ser, grité que se callaran, y las voces crecían y se mezclaban unas con otras hasta hacerse incomprensibles, pero yo las seguía entendiendo, cada vez mÔs fuertes y mezcladas y cada vez las entendía mejor, grité con el alma y hubo un silencio espectral y al fín entendí que yo era el muerto y que todo era un engaño, sus risas, sus miradas, sus caricias, todo falso. Una mentira detrÔs de otra y mi ingenuidad me ocultó la realidad. Sus cursos de noche, sus cursos de noche ...

Cuando volvió la insulté, la desprecié y ella con esa cara falsamente desconcertada rompió en llanto. Si ustedes la vieran, tan sin vergüenza pidiéndome explicaciones como si no supiera de qué hablaba, la heché y jamÔs la volví a ver.

La ira pasó y escuché a mi corazón gemir junto con mi alma y las risas de las Erinias acabaron con mi voluntad.

Hoy como todas las noches desde que la vi por última vez los escucho todo el tiempo y me dicen cosas que me dan miedo y me mortifican con mi soledad. Cada noche me siento en un rincón de mi habitación entre la oscuridad y veo como me gritan, como me insultan y mi alma se apaga hasta perderse en la oscuridad que ya no me protege.

Roman A. Buscarini



5.- CONCLUSIƓN.

Como hemos podido ver el mito de las Erinias tiene un papel muy importante en la literatura griega. Son unas divinidades muy socorridas a lo largo de la literatura de todo el periodo helƩnico y tambien el la literatura de todas la Ʃpocas.

Teniendo en cuenta de la importancia de la justicia en el mundo griego podemos comprobar de donde les viene esa importancia, ya que como dijimos anteriormente son las que velan porque se haga justicia, persiguen y ajustician a todo aquel que ha osado a ir contra las leyes y sobre todo a aquellos que han cometido crĆ­menes de sangre o han atentado contra la familia. El atentar contra la familia es una de las penas que mas enfurecen y desatan la furia de estas diosas.



6.- BIBLIOGRAFƍA.

*

Diccionario de mitologĆ­a griega y romana. Pierre Grimal
*

La Eneida. Virgilio
*

Obras completas de Hesiodo.
*

Tragedias completas. Esquilo.

Griego a travƩs de los textos III

Curso 02/03

Caridad Clemente Fdez


Sajoh

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